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a casa del desierto – Joshua Tree National Park, California
Por muchas historias de aventuras que te cuenten, el desierto es un sitio chungo. Si no sabes no vayas, hasta las raspas se calcinan.
¿Qué mejor metáfora de la destrucción solar que dejarlo todo en un esqueleto inverosímil? La quemazón no perdona ni músculos ni vísceras, las formas huesudas de un ser irreconocible se revelan caprichosas, sugerentes, definitivamente mortales.
Sí, hay gente que para elucubrar estas cosas de la filosofía barata se gasta una pasta, y muchos pavos que no la tienen pero los admiran. A esto le sumamos un artista que se llama harkitezto, y el círculo se cierra.
A juzgar por la raspa oxidada que se ve en primer plano, el autor, Kendrick Bangs Kellogg, sentenció “el pejcao está vendido”.
La vista aérea no mejora mucho las cosas, para qué nos vamos a engañar. La hojarasca arremolinada por la brisa otoñal… ¡qué no! En el desierto no hay ni hojarasca, ni brisa otoñal, ni leches. Seamos un poco serios.
El interior nos muestra sin ambages las consecuencias de las alucinaciones por insolación. Tampoco hay que matarse para llegar a este diagnóstico.
Arquitecto: Kendrick Bangs Kellogg
Año de terminación: 1993