Carta del encofrade Miguel Morea a los Creyentes, 6º libro, versículo 6…
1ª Redención
e acerco al ordenador en penumbra, miro por encima del hombro a derecha e izquierda y suspiro profundamente. Cierro los ojos y trago la poca saliva que soy capaz de producir. Bajo la cabeza y recito algo parecido a un seiscientos sesenta y seis, me pongo mi túnica negra y dibujo los símbolos clásicos, la estrella de cinco puntas, o de seis o de siete, las velas, el chivo, en fin, ya sabéis, lo normal. Enciendo el ordenador y busco al Vajhísimo en los favoritos de mi navegador, justo entre el porno arquitectónico y al anime constructivo. Lo que se suele llamar una perversión inconfesable para un arquitecto.
Sabedor de que no es posible la coherencia permanente, me revuelco entre el asco, el placer y el arrepentimiento.
El hormigón me llama, el hormigón me repugna, quiero hormigón, pulcro, liso, incólume. El hormigón me aprisiona y ahoga. Pero lo necesito. Veo una moldura y enfermo. Vuelvo la cabeza, deseo un muro alto, largo, gris y cubierto de chorreras, con su punto de oxido saliendo por entre las juntas de hormigonado, mientras las arcadas de este urbanismo post-Corbu me embargan. Vivo entre la duda y la adicción.
2ª Redención
eleo Vicisitud & Sordidez y como aquella primera vez, experimento un extraño proceso de metamorfosis kafkiana a medida que los párrafos van siendo engullidos entre la sorpresa, el rechazo y el reconocimiento de algunos de los ataques que el autor lanza. Yo, como él, crecí a las orillas del «polígano» y tuve como atrezzo del escenario de mi infancia, allá por el pleistoceno superior, el yonkimundo donde todo podía valer por una papelina bien chutada a la sombra de una nave de hormigón abandonada o un hermoso claustro proletario rodeado de pilares del mágico y cementoso material.
Hasta entonces lo había visto como la normalidad de una vida feliz entre suciedad, drogadictos y bolsas de polipiel con el anagrama de Munich 72 en las que nuestros padres paseaban el preciado bocadillo de jamón o tortilla desde nuestro edificio de viviendas hasta la fábrica donde se ganaban el sobre (¡como se ha corrompido el concepto del sobre!) que traían de nuevo caminando entre edificios de arquitectura repetida, anodina, entre aristas de ladrillo u hormigón, antes incluso de que el concepto rotonda u horrotonda nos llegase con fuerza desde más allá de los Pirineos.
Y al finalizar la lectura de semejante atentado contra lo que me han enseñado aprieto los puños con fuerza, cierro los ojos y bajo la cabeza. Sí después de tantos años mi mundo se sacudía, mis principios se veían atacados de semejante forma, solo podía hacer dos cosas, o arremetía contra semejante libelo con todas mis fuerzas o sucumbía a una realidad que conocía bien. Aún con los puños cerrados, levanto la cabeza como aquella primera vez y grito sin pensarlo ¡SATÁN ES MI SEÑOR!
3ª Redención
lertados por mi grito, mis vecinos, mi gente, mis conciudadanos acuden en mi ayuda. Los veo entrar por la puerta como un reguero de peregrinos que acuden a la ceremonia de iniciación de un nuevo acólito. No vienen sorprendidos ni alterados. Visten sus túnicas negras y traen sus ojos sangrantes con los que me miran complacidos. Juntos sacrificamos algunos estudiantes de arquitectura, los más torpes, aquellos que aún sueñan con crear lugares de actividad, espacios lúdicos, aquellos que se unen en colectivos y no prentenden construir edificios impolutos de aristas puras…
quemamos algunos de los libros más venerados por los popes de la arquitectura minimal y adoramos hasta la saciedad las fotos de políganos y yonkibarrios en los que nacimos, crecimos y nos convertimos en los acólitos de Satán que hoy somos.
Ahora, integrado entre dos mundos entre los que navego sin rumbo, gozo con el negro nacimiento de esta web que aspira a recopilar los engendros de Satán que nos hacen más desgraciados cada día y nos inundan de los antiguos y nuevos regalos del que no ha de ser nombrado. Poco más podemos decir, apenas algún que otro ¡SEMS! y de cuando en cuando y sin que se enteren los demás encofrades susurraremos entre dientes ¡PAMMG! (Ssssshhh…)
Ejcrito por el Gran Mestre Miguel Morea, quién como buena alimaña, perpetra sus particulares Dispiaces Harquiteztónicos en este sitio para mayor jloriah de Nuestro Señor Satán!
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Sencillamente .. JLORIOSOH!!