Llamarlos obras maestras de la historia de la arquitectura moderna es quedarse corto: son milagros de Satán nuestro Señor que atraen más y más devotos a la causa.
Al igual que con Fátima y con Lourdes, poco importa que los supuestos milagros sean un engañabobos y un robaturistas. Da igual que lo más asombroso que haya ocurrido sea un chaval paralítico entrando en agua bendita y saliendo igual de incapacitado ¡pero con neumáticos nuevos en la silla de ruedas! De lo que se trata es de tener iconos de peregrinación. Se trata de tener iconos reconocibles en todo el mundo que sirvan para expandir la fe. Y, reconózcanlo: Satán se lo ha currado. Habrá oVras que nos gusten más, pero no más míticas y con más capacidad para lograr que todos deseemos que nuestra vida se convierta en un infierno de hormigón. ¡SEMS!