Nunca aprenderán: Barcelona.
i hay una ciudad llamada a ser pasto del “Urban renewal” (palabro casi tan jodido de pronunciar como “Rural Juror”, aunque de consecuencias más funestas) ésta es Barcelona. El máximo sacerdote satánico de dicho movimiento fue Robert Moses. Él solito se cargó media Nueva York construyendo puentes, autopistas y trenes en la puta mitad de núcleos urbanos. De ahí la delirante criminalidad de ciertos barrios de la Gran Manzana. De hecho, llegó a tales cotas de delirio (como querer cargarse medio Central Park para hacer una autopista y un macroparking) que una biografía que lo degollaba – “The Power Broker” – fue un bestseller que ganó el Pulitzer. No sólo eso: el odio que generó en la gente fue tan inmenso que una señora llamada Jane Jacobs logró, casi en solitario, movilizar a la gente para, en los 80, lograr detener, for good, todo el urbanismo moderno. Invítenla a unas cañas si la ven por ahí.
Barcelona tiene dos características que la hacen apetecible para el resurgir del “Urban renewal”:
La primera, que no puede expandirse. Por ello, si hay que hacer dinerito inmobiliario, es necesario cargársela antes. Y, segundo y más importante: la característica más importante de Le Corbusier eran sus…
Sí, my friends. Sus gafas de pasta.
odos sus seguidores están imbuidos de ese espíritu gafapasta y… ¿Qué mejor sitio que Barcelona para intentar convencer a la gente de volver a la apoteosis del urbanismo satánico?
En Madrid, un buen gafapasta, mientras maneja a la vez cuatro productos de Apple, tendrá el cuajo de decirte que la apmpliación del Reina Sofía no es un corte en la retina hecho con un dvd oxidado de Joe D’Amato. Ellos son así. Tienen que hacerse los especiales.
En Barcelona, por supuesto, tienen que ir más allá y, en su espíritu Gafapastown tendrán que defender el ser, según varias asociaciones: ¡la ciudad que tiene la mayor cantidad de parques y plazas satánicas del mundo! A continuación, una muestra de lo que muchos nunca creerían encontrar en una ciudad con cosas tan bellas como el Parque Güell.
O cómo los arquitectos reconvierten el jardín a “escultura”. Llegue usted ahí, vea un feo chirimbolo de Miró. ¿Ya lo ha visto? Bien, pues váyase o enyónkese porque, aparte del chirimbolo y un estanque pútrido, la inmensidad de suelo de hormigón sin árboles que le rodea no da para mucho más.
odo pintaba bien: vamos a darle vidilla al Raval poniendo un museo de arte contemporáneo gafapastil en cuya plaza de acceso se podría tener una vida comunitaria medio normal o, por lo menos, no tan trapichera y prostituida como en según qué callejones. Sin embargo, un gafapasta decidió que el skate es algo esencial en la cultura urbana ultramoderna a la que debe aspirar Barcelona y el resultado fue… Sí, ya sabían que iba a usar la palabra hormigón.
Enhorabuena, urbanistas contratados por el Ajuntament. Acaban de recibir el galardón de “Peor parque del mundo”. ¡Una vez más somos la envidia de todo el planeta! Disfruten de estas fotos, porque me he quedado ya sin epítetos.
Diagonal Mar
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Dan ganas de llorar… ¿ que hay que hacer para demoler estos horrores ? ¿ alguna plataforma cívica ? ¿ se recogen firmas ?