a característica más notoria de este PAU es que, en vez de ser un desarrollo estrictamente residencial casi desde cero, se aprovecha de toda una serie de empresas que ya estaban allí, limitando con la M-40. Entre ellas, Telecinco, Globomedia y el descomunal mamotreto de Telefónica, en el que caben unos 14.000 trabajadores. En un primer momento pensé “Jei, si se mezcla vivienda y empresa en el mismo sitio, igual tenemos un barrio más animado. Habrá gente en la calle con distintos horarios, podría florecer el sector servicios, parecer una ciudad…”. Error.
Unos inmensos descampados con charcas cenagosas – y unos “parques” sin un árbol que dé una sombra decente – separan adecuadamente la zona de negocios de la residencial.
Y lo que es más importante: ¿Creen que esos modernos edificios tienen suficientes plazas de parking para sus trabajadores? ¡Ni de coña! Hay unas poquitas para los jefazos y los demás trabajadores han decidido convertir el PAU de las Tablas en el gigantesco sitio en el que buscar aparcamiento a quince minutos del curro (si hay suerte). A día de hoy, toda persona que trabaje, en por ejemplo, Telefónica, necesita sus botas Wellington para atravesar los barrizales.
Existe metro, y la hora que consume yendo desde el centro siempre es preferible a los delirantes atascos de la M-30, M-40 y A-1 a las ocho de la mañana (¿se nota que he ido a currar ahí?). De todas formas, no está tan lejos y hay varias opciones para llegar, por no es el PAU madrileño con la ubicación más demencial.
Respecto al trazado, se lleva más puntos satánicos, principalmente por su carácter de párking para las empresas y por sus descampados internos. Y por algo más: sus creativas soluciones a la hora de exterminar la vida en la calle. Véanlas y gocen.
En efecto, una de las características del urbanismo moderno que nace con Garden City y Ville Radieuse es que todo se va haciendo autista y autosuficiente. En vez de tener un gran Madrid interrelacionado, vamos teniendo pequeñas zonas separadas – como ya hablábamos de la mongólica y fallida experiencia en Canberra – y grandes edificios que se vuelcan hacia el interior de la manzana. Y es que en la calle sólo hay gentuza, peligro y gente que te roba el carro anoche cuando dormías. Y, por supuesto, inmigrantes que quieren desvalijar tu casa. El resultado es que los edificios se diseñan con sus pilares y sus bajos despejados, siguiendo los preceptos de Le Corbusier, pero luego, a la que la realidad demuestra que eso es yonquismo… ¡Los tapiamos con hormigón! Y digo yo… ¿Tanto cuesta COPIAR las manzanas de toda la vida? Más de cien años después, Haussman, Trías o Cerdá aún están descojonándose, desde las alturas, de los edificios de Las Tablas.