Planes urbanísticos del agrado de Nuestro Señor Satán
ste martes he terminado por acostarme a las tres de la mañana después de haberme leído el post de Satán es mi señor ” le decía un ojeroso lector – Amistoso Vecino – a Paco en el trabajo. “Y el miércoles me he acostado a las cuatro leyendo TODOS los comentarios”.
Una vez más, vuelven a estar usarcedes a la altura de las circunstancias revelando espantos arquitectónicos que, ni siquiera con una indigestión de chopped con gominolas de pisicola, podríamos imaginar.
Al final de muchos de sus sabios comentarios uno veía, con estupor, que esperaban otro épico catálogo de errores urbanísticos como segunda parte de ente post.
Mientras le decía a Paco “Pero la segunda parte NO va a ir de eso exactamente…” éste me contesto, cual Roger Corman de la vida. “Tienes un éxito del menéame ¿no? ¡Pues entonces haz una tercera parte!”. La desfachatez de la cuestión me sedujo así que, pidiéndoles su ayuda de ustedes, puedo anunciar que puede que…
…HAYA TERCERA PARTE.
Scream for me Long Beach… “¡¡¡SATAAAAAAAAAAAAAÁN!!!”
La idea para la tercera parte es que nos envíen fotos dejando salir ese lado metalero de su personalidad. Extiendan los brazos, hagan los cuernos y griten el nombre del príncipe de las tinieblas en aquellos lugares de sus ciudades donde vean que los arquitectos han decidido que su vida tiene que ser un infierno. Envíen la foto a esta dirección, indicando SATÁN en el asunto del mail. Su vida seguirá siendo un infierno después de ver su afoto publicada pero, por lo menos, aquí habrá quedado constancia de lo que opinan de estos señores (no, no voy a usar la “@” para decir que, como Zaha Hadid, también hay mujeres arquitectas: esta disciplina del saber humano sigue siendo un tremendo – y lamentable – campo de nabos que, para nada, se ha apeado de su apestosa y rancia esencia masónica).
Furthermore, dicha tercera parte incluirá DOS recorridos satánicos por Madrid a modo de guía turística alternativa. Instamos a todos nuestros lectores a que hagan lo mismo con sus ciudades: aquí pondremos todos los links y los sórdidos del mundo seremos felices yendo a orinar a espantos como el ayuntamiento de Ávila (dejando, así, tranquila su muralla).
Y, dicho lo dicho, vayamos con el párrafo con el que se suponía que debía arrancar esta segunda parte.
os días impares del mes, conforme sorteo las cacas de perro que pueblan con inusitada alegría mi acera – hay una especialmente descompuesta que ningún basurero se ha animado a atacar en lo que va de semana – fantaseo con las maravillosas cosas que haría si fuese dictador de todas las Esp-p-p-p-pañas. Algunas ya las conocéis, como instaurar el idioma mundial como lengua única oficial del estado, otras las podríais intuir, como las deducciones fiscales a todos aquellos que porten bigotón, y otras os harían borrar este blog de vuestros favoritos, como emitir todos los días la muerte de Chanquete en prime time u obligar a TODAS las películas que quieran estrenarse en una sala de cine española a que tengan, por lo menos, una escena protagonizada por Beatriz Rico.
Ya lo veis: todos creemos que el despotismo ilustrado puede ser la solución a nuestros problemas. Sin embargo, olvidamos que YA vivimos en una situación de despotismo ilustrado: ¿Alguien recuerda haber votado en referéndum la aprobación de según qué edificios o qué planes urbanísticos van a convertir nuestra vida en un infierno?
Eso sí, la mayoría de los arquitectos, reacios a explicarnos cosas que nuestras pobras mentes no aprehenderían, dirán que lo hacen todo “por nuestro bien”. Feck, hasta el enfermo de Le Corbusier estaba convencido de que sus poligonazos nos iban a conducir a la felicidad.
¿Y de dónde sacaba ese nazi esa convicción? Muy sencillo, pues porque tanto él – como gentuza tipo Alvar Aalto, Niemeyer o los Smithson – vieron que, en sus maquetas, habían pegado con Loctite unas figuritas pequeñitas que representaban a los seres humanos. ¡Y éstos se quedaban felices y contentos en medio de la calle maravillados ante las toneladas de hormigón que se les venían encima! Me imagino a infraseres como el fallecido Enric Miralles – que Satán lo tenga en su gloria – explicándole, en su día, al alcalde de Barcelona lo feliz que iba a ser la gente en esa explanada satánica de Diagonal Mar:
“¿Ve? ¡Mire qué contentos están los muñequitos en medio de este vertedero de residuos metálicos! ¡Si no se la sacan para machacársela ante este pozo de inmundicia es porque su brazo también está pegado con Loctite a sus jerseys, tú!”.
o que ignoraba Miralles es que, si los muñecos tuviesen los brazos libres, aprovecharían para calzarle una hostia. Y, lo más importante, si sus pies no estuviesen firmemente fijados con Loctite al suelo, saldrían corriendo.
Pero le voy a conceder una a Enric: de la misma manera que en ‘Cadena Perpetua’, algunos presos ya no sabían vivir fuera de la cárcel, es posible que, alguno de los muñequitos, libre de su Loctite, se quedase quieto en su lugar, contemplando el horror y decidiendo que, sin curación posible alguna, Satán era ya su señor. ¿Y su nuevo grito de guerra?
“¡QUIERO QUE MI VIDA SEA UN INFIERNO!”
A esa gente va dirigido este post: ésta la historia de las personas que, sin ser obligadas a la fuerza por terroríficos planes urbanísticos, decidieron que Satán les sodomizase sin piedad. Jei, es un mundo libre y cada cual se corre como le apetezca. Yo mismo, cuando veo ‘Bones’ junto a lanavaja, no me resisto a darle al botón de pause cada vez que sale el edificio J. Edgar Hoover en el que trabaja Booth:
Y tanto lanavaja como yo exclamamos al unísono «¡Pero qué Satán más precioso!»