a mayoría de la gente piensa que un parque es, necesariamente, algo bueno. Pocos se paran a pensar que, dadas las debidas circunstancias, un parque público puede convertirse en uno de los mejores aliados de Satán.
Para que un parque funcione debidamente, debe garantizarse el estar rodeado de adecuada vida de calle, con gente que esté a diversas horas en él, con viviendas y locales cerca. Si esas condiciones no se cumplen (un parque al lado de una carretera de circunvalación, de la vía de un tren… ya van pillando la idea) la degradación es casi inevitable.
Todo esto lo debían saber perfectamente las autoridades de Zurich cuando se fijaron en el parque Platzspitz en el mapa: una isleta en medio del río aislada por una estación de tren. “Pocos finstros van a avenir a pasear aquí. Vamos, todavía menos peña que al museo nacional de un país tan coñazo y con una historia tan poco interesante como Suiza. Así que… ¿por qué no aceleramos la progresión lógica que tiene este parque, que es la de yonkódromo?”.
Dicho y hecho: en nombre de las políticas progresistas de “abordar el tema de la droga sin prejuicios y facilitar agujas limpias y evitar enfermedades” se decidió convertir el Platzspitz en un tremendo yonkódromo.
Estas fotos de época procedentes, al igual que las anteriores, de skatepunk.com, son impagables:
La mítica Christiane F – protagonista de la célebre película con banda sonora de Bowie, tiene declaraciones impagables sobre tan bello ámbito:
Platzspitz era la escena de la droga al aire libre más grande que había entonces en Europa. Era como una Disneylandia para yonquis. Zúrich es una ciudad pequeña y la escena de la droga era enorme en esos tiempos. Algunos días había allí casi 3.000 yonquis, vagabundeando, tomando drogas, emborrachándose. Yo a veces me quedaba durante semanas. Era como un mercado; tenían mesas donde ofrecían toda clase de drogas. Pero la gente empezó a morir y a infectarse con VIH y hepatitis C. La zona se convirtió en una acumulación de basura y había una guerra abierta entre bandas de traficantes rivales, así que el gobierno suizo la cerró en los años 90.
Imagen / picturesandperspectives.blogspot.com.es/
Así que, por favor, dejen de ser mediocres y cuando, en su visita a tierras helvéticas, ya estén hartos del eterno patrón lago-vaca-montaña, pues anímense con un Platzspitz que ya no es lo que era pero que, visitado con la ayuda de un detector de metales, tiene que ser la hostia.