Eero Saarinen – junto con Alvar Aalto uno de los arquitectos más importantes cuyo nombre es un puto error tipográfico – fue un innovador radical con su terminal TWA Flight Center.
or visionario no me refiero al que, en la forma del adifisio ya marcase la ruta a seguir por los diseñadores de los Gremlins. O que las imposibles curvaturas de hormigón – material que hubiese agotado, de ser extraído de canteras – de su interior fuesen toda una inspiración para gente como Zaha Hadid.
No, lo meritorio de Eero Saarinen es que ya estaba haciendo hoteles de lujo con diseño imposible (sí, esas curvas de Zaha Hadid con las que te preguntabas «¿Cómo he podido endiñarme tal hostión con la pared, si andaba recto?»). Sólo que no se dio cuenta de que tenía que hacer un aeropuerto. Pero el tiempo trató su oVra cumbre como al JRAN arte: su falta de uso lo reconvirtió a hotel de lujo. Ya lo ven: espantajeces como el hotel Puerta América de Madrid o aeropuertos vacíos como el de Castellón ya los había fabricado Saarinen (aunque, reconozcámoslo, con bastante más gusto estético). Y cuenta la leyenda que, dentro de uno de los encofrados de hormigón, puede encontrarse una estatua de Carlos Fabra ¡igual que la actual! Pero de 40 años antes. Porque Satán no solo nos confunde, sino que, además, hace que el tiempo y el espacio… desaparezcan… no existan…
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PAMMG!
ja,ja,ja… es mú güeno !
que redondito