PUERTA DEL INFIERNO – FERROL (A CORUÑA)
n algunos lugares Satán se ha mostrado especialmente generoso. Ubicaciones en las que las energías telúricas confluyen y toda la maldad se concentra en ciertos puntos del paisaje. Las psicofonías, eyecciones de ectoplasma o chemtrailses que recogen los documentos youtúbicos palidecen al lado de la verdadera y palpable manifestación del Mal: en forma de adifisios. Pero entre todas las manifestaciones de la harquiteztura maligna, si hay una que resulta absolutamente dañina son las horrotondas. Del terreno infecto brotan caprichosas formas que de puro destructivas ni siquiera pueden crecer en pisos.
Sus estructuras colapsan como la materia de una estrella moribunda y lo único que rezuman esos pozos de negrura infinita es el Mal. Mal puro, concentrado, que se introduce en tu mente a través de tus ojos y que ni siquiera las orgonitas ni los imanes terapéuticos más potentes pueden neutralizar.
Satán se ríe, porque lo ha conseguido. Y nosotros, pobres seres deleznables, siervos ridículos de las energías negativas, reforzamos su dolor construyendo carreteras circulares en torno a esos lugares malditos, donde aflora el ser mismo de Satanás, cristalizado aparentemente en formas simpáticas, o ridículas, de las que creemos compadecernos.
Porque en muchas ocasiones las horrotondas tienen formas infantiles y alegres, y las chanzas y chascarrillos circulan a su alrededor cual si fueran coches de vanidad. Pero en otras, la malignidad es tanta que ni siquiera las formas externas de esos pozos de condenación pueden resultar amables. Sus círculos infernales son mirados con oscura veneración, con distancia y temor, y nuestros coches giran alrededor sabiendo que lo que se esconde en su sima es la puerta misma del Hades.
i hay una horrotonda en particular que provoca ataques de pánico y nadie jamás se toma a broma es esta Horrotonda de la Residencia, conocida como la Puerta del Infierno, Puerta del Tanatorio o de la Muerte. Se encuentra en mi ciudad de nacimiento, Ferrol, un lugar que ha sido mimado por Hél. Su entorno, un punto álgido del tráfico rodado, se encuentra sobre un nodo del inframundo. Muy cerca de esta horrotonda se encuentra la Residencia (Hospital Arquitecto Marcide), el enorme complejo hospitalario de Ferrol donde nacen pero también mueren la mayoría de las almas de esta ciudad.
A pocos metros, siguiendo el eje del monumento, podemos encontrar un tanatorio y otros centros hospitalarios, el antiguo hospital de Marina, el antiguo hospital antituberculoso… la enfermedad se extiende alrededor de este punto y por si quedara alguna duda, a pocos metros también, podemos encontrar el Cementerio Municipal, donde terminan los huesos de todos aquellos que antes enfermaron y pasaron por alguno de aquellos hospitales.
El conjunto muestra una extraña puerta en forma de arco en acero Corten, cuya hoja está solo entreabierta. Una plataforma que parece otra puerta caída da idea de que el camino también está abierto hacia abajo. Y desde el arco se ve una estructura que representa toda la Abominación, cristalizada en pinchos de acero que han sido pintarrajeados a conciencia para entristecer nuestra vida aún más.
l autor de esta obra maestra, sin embargo, es un artista local que jamás ha tenido conocimiento de que su lápiz ejecutaba los designios de una fuerza oscura. Él me comentó en su momento que la estructura al fondo de la puerta no fue realizada según sus planes. Que misteriosamente apareció de la noche a la mañana.
Los viejos del lugar cuentan que un crujido terrible resonó mientras los «ferreganchos» de la horrotonda fueron vomitados en nuestra dimensión desde las entrañas mismas de la Tierra.