elgrado, exquisito entramado de hormigón y cristal, enquistado en la confluencia de los ríos Danuvio y Sava. Por estas tierras veranearon hunos, bizantinos, otomanos, austrohúngaros y los alemanes del tercer Reich, haciendo turismo al estilo de los grandes imperios: invadiendo, arrasando y conquistando. Tras ser bombardeada en dos ocasiones, una en 1941 por la Luftwaffe y otra en el 44 por las fuerzas aliadas, la urbe renace como una versión socialista del infierno, amalgamando barrios obreros de nueva factura con adifisios gubernamentales de corte stalinista.
Es complicado que algo destaque en un skyline presidido por la torre Genex, el Palacio de Albania o la torre Usce, pero volviendo la vista en dirección Mordor, encontraremos uno de los más bellos horrores que la ciudad puede ofrecer: los adifisios Rudo, las puertas este de Belgrado.
Tres mamotretos de jormigonako de casi 100 metros de altura en cuyas entrañas unos 2000 afortunados viven bajo el amoroso peso del brutalismo. En un principio, el señor Dragoljub Micovic, harkitezto de día y Uruk-Hai de noche, inicia este proyecto como centro de reparación y repostaje de naves alienígenas pero ante la falta de demanda del servicio decide, tras añadir algunos tabiques, papel pintado y ascensores, vender las viviendas a aquellos desgraciados que ansían vivir amontonados como soldados en trincheras o sardinas en lata.
ás de treinta años se han necesitado para que los adifisios adquieran esa pátina mugrosa que tanto luce en HDR; sello y marca de toda Majna Ovhra aprobada por nuestro señor. ¿Hormigón sin suciedad? No, gracias. SE comienza pidiendo paredes de jormigonaco limpias y se acaba rogando por una ensalada en el McDonald´s, cerveza sin alcohol en los bares y abrazos en los burdeles.
La harkiteztura socialista y los churretones en el concreto son conceptos indivisibles, como el ying y el yang, las esculturas de corten en las horrotondas de Rivas o las goteras en las ovhras de nuestro profeta Kal Ha Travah.
Debe ser excepcionalmente agradable vivir en las tripas de los adifisios Rudo, exceptuando por los ascensores que no funcionan y por la ocasional presencia de Sauron en lo alto de las torres. En el exterior, una suerte de zonas verdes sin verde y algún pequeño y acogedor yonkódromo, para que no se te olvide, una vez que salgas por la puerta de tu block, que tu vida no va a dejar de ser un infierno. Y todo ello enclavado en uno de los barrios con más solera socialista de todo Belgrado, Konjarnik.
na mezcla atrevida entre complejos residenciales inspirados en una pesadilla postindustrial, enormes carreteras, parkings y solares vacios encogidos bajo el peso amenazante de las famosas puertas este de la ciudad.
Sin duda, cuando llegue el apocalipsis y toda la tierra se inunde de corten, PAU´s y engénders, los serbios ocuparán un lugar de honor al lado de nuestro señor. Décadas de degeneración paisajística y canibalismo urbanístico habrán dado sus frutos.
Adifisio: Rudo Buildings, La Puerta Este de Belgrado.
Harkitezto: Dragoljub Mićović
Dirección: Kojarnik, Belgrado.