l movimiento moderno, con Le Corbusier a la cabeza, apostaron por una arquitectura desnuda, sincera, despojada de adornos que ocultasen su verdadera estructura. Disimular algo era mentir y eso era… ¡¡¡Burgués!!! (No quiero imaginarme qué pensarían de usar desodorante, o si Walter Gropius – un señor con su atractivo – escupiría a las féminas maquilladas).
El caso es que, a la hora de abordar las restauraciones del pasado, los modernos apostaron por la «honradez» del ¡No hay que imitar el material que había, pedazo de burgués! ¡Respeta la destrucción de la historia!
Y, ya que estamos, déjame que me sienta tan artit-ta como los que añadían partes nuevas a una catedral con el estilo de la época. ¡Por que YO… MOLO MÁS!
Ya que nos ponemos, posiblemente lo más «honrado» sería dejar las cosas como estaban y procurar apuntalarlas para que no se caigan. Pero quiso Satán que esos conceptos de los modernos cuajasen en el «pensamiento colectivo» y el resultado de toda restauración es…
…la labor de la Sociedad Cabrero rehabilitando el torreón de la muela de Ágreda – un bello pueblo soriano, en la sierra del Moncayo – goza de toda la aprobación SEMS. ¡Claro que sí! Y, por supuesto, también le da la razón póstumamente a Amy Winehouse cuando se negaba a ir a Rehab.
Pero ella sí que iría aquí a meterse de todo, si pudiese. Así que háganlo ustedes en su honor: