uchas veces, algunos satanazos administrativos son un placer tan gourmet que ni siquiera las publicaciones mainstream – o las páginas web cutrongas de algún estudio – se molestan en decirte el nombre de su autor. En ese caso, uno decide que algunas soluciones arquitectónicas creativas – como recubrir una casa de granito con azulejos del váter – son patrimonio de todo un PUEBLO.
En el caso del Tribunal Judicial de la comarca de Caminha (norte de Portugal) su opción brutalista encuentra un componente autóctono que lo separa del clásico cubo-de-jormigonaco-con-pilotis estándar. Y ese componente no es otro que… ¡Darle una capa de barniz al hormigón!
Porque Portugal no puede vivir eternamente de sus azulejos azules y blancos, este tipo de soluciones nos demuestra que, más allá del relumbrón de figuras como Siza, el Satanismo portugués tiene su discurso propio y su lugar bajo el sol. Porque Satán está en los pequeños detalles.