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as ventanas y el brutalismo… no se llevan bien.
Capítulo 2: Windows = uncool
Uno de los grandes avances estructurales de la arquitectura moderna fue el poder abrir ventanas a tutiplén sin miedo a que se cayese el edificio. Toda esta felicidad y luminiscencia, sin embargo, debe haber ofendido a más de uno y la consecuencia lógica para todo espíritu sensible que quiera separarse de la plebe pasa por… Sí, lo sabíais: por tapar esas ventanas.
La opción favorita del movimiento brutalista fue hacer un edificio “normal” para, luego, hacerle un bonito encaje de hormigón. Lo cual demuestra que da igual lo “moelno” que seas: al final, la experiencia traumática de tu madre poniendo sus tapetitos de encaje sobre la tele es lo que te termina marcando.
Eso sí, para qué estancarse en el bello hormigón cuando hay todo un mundo de posibilidades a la hora de dotar de una estética carcelaria al interior de nuestros edificios… Personalmente, este enrejado de metal de la foto es una de mis opciones favoritas:
no sólo limita enormemente la luz recibida sino que, además, es acongojantemente difícil de limpiar.
Es lo que los ingleses llaman “high maintenance”. (En realidad, usan ese palabro para putillas a las que tienes que comprar collares de diamantes para que sigan a tu lado, pero también revela el hecho de que la arquitectura tradicional tolera mejor la roña que la moderna, que se convierte en óxido, chorretón y mugre a la primera de cambio). Still, en ese edificio no pude menos que aplaudir a la señora que, cual Bree Van de Kamp o Monica Vitti de la vida se dedicaba a alienarse con la complejísima limpieza de su balcón…
es ese peluchillo que asoma entre los barrotes – y, de paso, dejar al resto de ocupantes del edificio como la pandilla de guarros que realmente eran.
Por qué este odio a las ventanas? ¿Porque en inglés se dice “Windows”? ¿Porque Windows suena a Microsoft y todo buen pretencioso usa un Mac? Es una opción. Griten lo que quieran, pero yo vivo en la convicción de que todo usuario de Macintosh es más proclive a tolerar un régimen totalitario que un pecero. Y esto es así porque un Maqueiro de la vida reverencia a Steve Jobs, pierde la mitad de su tiempo loando los productos de Apple y, a la que el ordenador se le cuelga, va y lo disculpa. El pecero, por el contrario, SABE que su ordenador es una mierda y que Bill Gates es el anticristo: si quiere que su máquina funcione decentemente tendrá que hurgar en las tripas del código y hacer mil trapis. ¿Tengo que explicar, pues, quién es la persona creativa y crítica y quién es el diseñador gráfico que agradece el despotismo ilustrado del “todo por el usuario pero sin el usuario”? Ya lo saben: del Mac sólo puede salir diseño gráfico, que es la inanidad absoluta o personas que digan que Le Corbusier molaba porque sus muebles de diseño eran super cool.
O el que aplauda Diagonal Mar porque le digan que Miralles hizo el ploteado del proyecto en su iPhone. Pero del PC saldrán las páginas peor maquetadas del Myspace en las que un finstro ripeará de su cassette los mejores momentos del programa de Radiolé “Pasodobles para levantarse”. Y ahí está la belleza y la verdad.